Teatro

Con gesto reincidente y diario,
te levantas a interpretar,
el mismo personaje de este teatro
sin bambalinas donde refugiarse,
sin texto definido, sólo algunas orientaciones.
Recorres con la vista el escenario
y este, sin más, te engulle. No hay opción.
Todo en su sitio para que empiece la función.
Luces y arriba el telón, eres quien sale a escena.
Piensas en crear un nuevo personaje,
darle un giro a tanta interpretación manida,
pero la costumbre impera y empieza la representación,
exactamente igual que siempre, lo conocido,
sintiendo lo que va a suceder,
Tiempo no lo borra todo en su huida,
no se sabe dónde,
lo guarda en la memoria.
Ya metido en el personaje y la función empezada
no es momento de cambios,
mañana habrá otra puesta en escena, y tal vez...

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