A Encarnación Domingo
El mar en mayo ofrece
un frescor de aluminio brillante
sobre un fondo oscuro
manchando también la arena
que la bajamar descubre.
La marea deja en la arena formas
a modo de diminutas dunas que
semejan las arrugas de la frente de Neptuno.
No hay oleaje que interrumpa la quietud
y los brillos metálicos se expanden
evocando placidez.
Tensado, el horizonte, brilla
parcelando la imagen,
de sombras y abismos que se mecen,
en una ebriedad de vacío perforado.

Cuadro de Encarnación Domingo en el Ayto. de Castrillón (Asturias)