Realidades

Contemplo un cuadro en movimiento
aparentemente inmóvil.
Dos azules se juntan sin mezclarse.
Las cadenciosas olas
no rompen la quietud del paisaje
y la orilla húmeda las acoge
en su lenta muerte.

Un poco más atrás yo,
petrificado,
la vista en la unión de los azules,
embriagado de quietud.

Por la derecha aparece un velero,
blanca vela extendida,
sobrevolando el agua,
negando la pintura,
se aleja, hasta situarse
en el índigo horizonte
donde permanece atrapado
por la ausencia de movimiento.

Sigo en mi sitio sin saber
si alguien pintó el barco
o estaba ahí desde el principio.

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