Caída la hoja miro
alejarse raudo el aire
mientras otra hoja busca
que la ciña por su talle.
Leve crepúsculo viene
el aire desafina,
un mirlo se detiene
y mirando al sol afina.
Luchan las sombras
por ser sombras sin aire
hay en la orilla candelas
para no perderse nadie.
Los últimos rayos gimen
espantados por la noche
no pertenecen a ella, dicen
sin mostrar ningún reproche.
Los deseos disipados
de una luna que no brilla
el búho, los ojos clavados
allá abajo en la arcilla.
