Átropos

La lluvia caída en la tarde
rellena las oquedades del suelo
forma un espejo donde miro
pasar las nubes liberadas,
en busca de inmensos mares
donde rellenar sus ubres vacías.
¡Cuánto ganan las miradas,
cuando estas no son perdidas
descubriendo ignotos rincones,
bajo la niebla, de una vida sumergida!.
El tiempo, invisible, como el aire,
modula a tiempo toda superficie
transforma todo a su paso,
la montaña, el árbol, el hombre, la rosa.
La amable luz de la luna,
con su hermoso semblante,
ilumina a Átropos. Nadie sino ella permanece,
dispuestas y afiladas las tijeras,
siempre del fatídico hilo pendiente.

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