Encendidas las estrellas en la noche el silencio inquieto no puede reposar. Hay sonidos que se extinguen y retornan. La curuxa, con su canto cadencioso y enigmático provoca expectación en la espera que se repita. Un perro ladra en la lejanía. Otro responde más cerca y la curuxa calla. La luna sale por la cresta del monte y aunque ilumina las dos rosas del rosal, éstas, calladas, susurran aromas. No llega a oírse el ruido de las estrellas organizando las constelaciones, incluso una que se marcha fugaz sin fijarse a nada, silenciosamente sale de la noche iluminada. Sé que todo está a la espera de que se apaguen las estrellas y jirones de luz de un solo astro, extingan las sombras, inundando, el vacío, nuevamente de vida.