En esta avanzada hora de la tarde,
las montañas se vuelven doradas
y allí, en la cicatriz de la roca fresca
a causa de un desprendimiento,
el dorado se muestra rojo naranja,
como si la roca sangrara de una herida.
Ladera abajo el valle, centellea de verdes
como serpentina pulverizada.
Todo el conjunto resplandece
como si estuviera encendido
y la llama fuese extinguiéndose,
lentamente,
acrecentándose la oscuridad,
y surgiendo de ella las sombras.
Dejando en silencio las cosas.
