Un amanecer claro, con fondo de Aurora, la alondra, alocada canta y sube haciendo espirales, sin presagiar el destino, en busca de silencios ausentes escondidos en ignotos territorios. Cae una prematura hoja del árbol. Inverso vuelo, a la espera de besar la tierra, desprendiendo su alma vegetal, clorofila ausente de vidas forestales. Enigmático destino, el agua la recibe, suave sobre su móvil lecho. Imperceptible acuoso tacto. Savia de la tierra que trinando pasa. Espejo de la luna en la noche, plata en mil escamas desgajada. Trituradora de cantos en el fondo. En un remanso y en remolino, la hoja gira y gira en el abismo de la nada, mientras la alondra, cortando el azul, en silencio pasa.
