El sol del mediodía presagiaba tormenta un gris metálico iba invadiendo todo. El viento llevaba y traía las hojas, que el otoño había olvidado, o dejado a modo de recuerdo, y se encendían con los últimos rayos. Los animales, en el atardecer prematuro, volvían directos al establo. Las ramas desnudas de los fresnos, susurraban con el viento, al murmullo del agua en el arroyo. La contraventana de la casa golpea, contra la pared, su rama ya olvidada. El tiempo pasa irrepetible. Regresa con fuerza la memoria dispuesta, de la música, a recoger los últimos, casi imperceptibles, acordes de la cuerda, en la novena de Mahler, que se extinguen en un final...
