Triste se pasea la mirada en la noche, cuando la luna no sale, saltando de una estrella a otra, formando constelaciones inexistentes, preguntando con temor a la noche, en la radiante unidad celeste, sin que se entere el silencio. Brilla el silencio en sus soledades, estanque nocturno donde se reflejan, temblando luces que no se mueven, con ondas, si alguien una piedra arroja. Abismo nocturno del negro cielo. Sin nube o humo que acerque distancias. Del reflejo trémulo del inmenso lago, sentimos temor a no alcanzar sus lados. Debilidad del hombre, ¡tan alejados los dioses! busca, en los astros, que aquellos manifiesten señales, en arcanos escritos. Arúspices, augures, astrólogos merodean por las calles, ofreciendo interpretarlo todo, al gusto de los comensales. La noche hace un guiño a la aurora y esta sale.
