De un fanal ya en la orilla

De un fanal, ya en la orilla
donde el mar le brinda su herrumbre,
aún luce mortecino su fulgor,
nacarando de una libélula el ala,
como una incipiente alba imaginada.
Perdido el oficio en la popa 
de buques en mares encrespados,
iluminas, como un cirio, la penumbra,
cediendo eco íntimo que atesora,
herida de luz la sombra asediada.
En esplendor lo oscuro ha quedado,
claridad vehemente e irisada,
devuelves pronto al escenario
el rostro radiante de las sombras.

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