El hilo enrollado en el ovillo ansias tiene de lienzo oscilante, pero guardado, sin airear, en el armario queda. La rosa, por unos rayos del sol de febrero, animada a exponer su color y aroma sale. Cuando el aroma extasía a los insectos, una nieve envidiosa trunca su talle. Como imitando al vecino, un abedul, joven a la orilla del camino, se estira a alcanzar las copas de los que iguala, sintiendo ya casi el aire en sus hojas. Con las últimas lluvias, el terreno se ha deslizado, truncando la vertical que el árbol aspiraba. Extasiado, a la espera del encendido ocaso, que el sol en escarlata viste en su caída, llegada la nostalgia en compañía, unas nubes lo tornan en fracaso.
