La luz del ocaso siega

La luz del ocaso siega
las últimas yerbas de la tarde.
Una luz ya cansada, 
con contornos geométricos,
se dibuja en el techo a través de la ventana.
Siega tan fino, que en sombras,
alarga el final de la tarde,
haciendo el cielo más alto,
en la encrucijada fugaz del día y de la noche,
antes que el manto de estrellas
cuelguen en el abismo
sus diminutas luces, ojos
que vigilan en la oscuridad,
la esperanza dulce y espaciosa.

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