Camino solitario paralelo al río.
Exuberante naturaleza que va tapando,
labores pretéritas de manos ya idas.
Musgos que verdean muros de piedras,
cerrando haciendas abandonadas.
El río, como antes, sigue saltando
en los escollos del cauce.
No se notan cambios en el discurrir de las aguas.
Mantiene el ritmo de la naturaleza.
Un molino, con el tejado hundido, grita
desde su muela de piedra por seguir
la actividad tiempos ha perdida,
mientras la invisible polilla invade,
a ritmo lento, toda la estructura de madera.
En la puerta, sin que nadie lo haya evitado,
ha crecido un fresno, erguido como lanza.
Entre el abandono, siempre aparecen indicios
de que todo sigue y seguirá perpetuándose...